Patridiota * Pablo Mirlo

Vivo en un país tan lindo.
Encadenado a montañas, mares y políticos.
Estos últimos recorren carreteras
privatizadas y pagadas, por las que jamás transitaré, ni transito.

Vivo en un país tan lindo.
El trabajo no falta.
Trabajo de esclavo, sueldo de limosna.
Prohibida la sindicalización.
No podemos quejarnos.
Hay que respetar al patrón.

Vivo en un país tan lindo.
Tenemos más farmacias que hospitales.
Más cárceles que escuelas.
Más estadios que bibliotecas.
Más ingenieros en ingenieras ingenierísticas -sin ingenio- que poetas.

Vivo en un país tan lindo.
Nos llega todo de Gringolandia.
La última tecnología.
La última hamburguesa.
La última revista.
Nos colonizan con sus blancas pieles.
Nos dejan hoyos en la tierra, y se llevan a manos llenas,
nuestras naturales riquezas:
El oro, el litio, el cobre.

Vivo en un país tan lindo.
El mejor chiste que he escuchado es ese de celebrar cada año
eso que llaman: «la indepedencia”.
¡Independencia de qué digo que yo!
Primero fueron los españoles, luego los ingleses, ahora los gringos.
¿La independencia de ser siempre dependiente de otras potencias?

Vivo en un país tan lindo.
Y no me quejo por moda.
No me quejo por quejar.
Me quejo porque duele,
la realidad real.
No la de los diarios, la tv, la radio y la internet.
La realidad de saberse prisionero y esclavo,
de la bandera de las 50 estrellas y los 50 estados,
y ser menos que un estropajo.
Ser el estado más austral de los norteños tiranos.

Vivo en un país tan lindo.
Nuestras quejas no cubren portadas mundiales
como lo hacen cuando calumnian a Venezuela.
Como cuando criminalizan a Cuba.
Como cuando culpan a Rusia.
Nuestras penas quedan ocultas.
Como las fosas de México y los pobres de España, Grecia y Ucrania.
Como el llanto de la fragmentada ex Yugoslavia.
Como el dolor de la partida en dos: Corea.

Así es nuestro llanto.
No llena portadas el banco que nos saquea.
O la salud, que no pregunta qué nos duele,
sino que cuánto tenemos para pagar por la atención.
Así es nuestra queja.

Vivo en un país tan lindo.
Aquí, no es escándalo el tener que pagar para estudiar.
Aquí, no es escándalo la empresa que financia políticos.
Aquí, no es escándalo las cárceles llenas de pobres,
mientras afuera el rico sigue, contratando, esclavizando, despidiendo, y castigando.

En realidad, vivo en lo que queda de un país tan poco lindo.
Y no me quejo por quejar.
Me quejo porque duele la realidad
de saberse oprimido al amanecer, y también, cuando llega la hora soñar.

Por Pablo Mirlo

FOTO-BANDERA-CHILENA-ROBO-LITIO

9 comentarios

  1. Poema duro como la dura realidad. Dureza que pretenden generalizar-globalizar los poderosos y a la que hay que oponerse desde todos los lugares del mundo; porque no servirá suavizarla en lugares aislados de su «timocrático supermercado». Aunque orpimidos, no podemos dejar de soñar.
    Ya lo dijo Machado:
    «El hoy es malo,
    pero el mañana es mío.»

    Un abrazo grande

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